Tsutomu Miyazaki nació el 21 de agosto de 1962 y fue conocido como el Asesino de la Niña Pequeña, Drácula o el Asesino Otaku. Fue un asesino en serie japonés. Entre agosto de 1988 y junio de 1989, Miyazaki secuestró y asesinó a cuatro niñas de entre cuatro y siete años. Sus crímenes incluyeron abuso sexual, necrofilia, canibalismo y preservación de partes de cadáveres como trofeos.
Tsutomu Miyazaki nació en Itsukaichi, Tokio, el 21 de agosto de 1962. Su nacimiento fue prematuro y las articulaciones de sus manos estaban fusionadas de tal forma que le era imposible doblar las muñecas hacia arriba.
Aquello marcó su vida, ya que sus compañeros de clase le hacían bullying burlándose de sus manos y del pequeño tamaño de su pene. Así, empezó a aislarse de la sociedad, refugiándose en las historias de los mangas que leía a diario.
De pequeño, pese a ser alguien inteligente y de buenas calificaciones, la condición de sus manos lo frustraba y le impedía congeniar con las demás personas, pues hasta sus hermanas lo intentaban evadir y le calificaban de raro.
Sus padres eran adictos al trabajo, por lo que no solían compartir tiempo con él e intentaban suplir ese tiempo comprándole regalos. El único miembro de su familia que le prestaba atención y lo escuchaba era su abuelo.
Debido a su complejo de pene pequeño nunca llegó a entablar conversación con ninguna mujer, pero eso no evitó que aprovechara los partidos de tenis de la Universidad para fotografiar las bragas de las chicas que jugaban.
En 1984, cansado de consumir pornografía de adultos, comenzó a consumir pornografía infantil. Sus instintos asesinos ya empezaban a florecer, pues Miyazaki estranguló a un cachorro de perro con un alambre, lanzó a un gato a un río…
Cuando su abuelo murió en mayo de 1988 y fue incinerado, Miyazaki se comió parte de las cenizas para llevar a su abuelo en su interior. Esto provocó un cambio radical en Miyazaki, haciendo que se metiera más en el mundo de la pornografía y el suicidio. También veía series y anime gore.
En la tarde del 22 de agosto de 1988, con 26 años, comenzó sus andanzas como asesino. Su primera víctima fue Mari Konno, una niña de cuatro años que desapareció tras salir de casa para jugar con su vecina. Por el camino, Mari fue engañada por Miyazaki, quien le ofreció un paseo en coche. Éste la llevó hacia el oeste de Tokio, a las colinas de Komine Pass, y detuvo el coche bajo un puente, donde estuvo con la niña sentado durante media hora. La niña asustada se puso a llorar, y Miyazaki, temiendo que alguien pudiera oírla, decidió asfixiarla hasta la muerte para luego desnudarla y abusar sexualmente de ella. Tras el crimen, lo único que hizo fue coger la ropa de la niña y subir a su coche para volver a su casa. El padre de la niña estaba denunciando la desaparición de esta mientras sucedía todo.
El 3 de octubre de 1988, Miyazaki volvió a salir de caza. Se encontró a Masami Yoshizawa de siete años caminando por el arcén de una carretera hacia su casa. El asesino la convenció para que subiera al coche y acercarla a su casa, pero nuevamente se dirigió hacia el puente donde cometió su primer asesinato. En ese lugar asfixió a la niña hasta su muerte e hizo lo mismo que con la primera.
La Policía organizó una búsqueda masiva para encontrar a la niña y alertó a los ciudadanos para que tuvieran cuidado con sus hijos. Sin embargo, la búsqueda no dio frutos.
El 12 de diciembre de 1988, Miyazaki volvió a las andadas: esta vez una niña de cuatro años llamada Erika Namba. Este repitió el mismo procedimiento, pero condujo hasta un aparcamiento en Naguri, colocó a la niña en el asiento de atrás del vehículo y la obligó a desnudarse para fotografiarla. Posteriormente, la estranguló hasta quitarle la vida. Luego, ató al cadáver de pies y manos, lo envolvió en una sábana y lo colocó en el maletero del coche. Se deshizo de las ropas en un bosque cercano y colocó el cuerpo de la niña en una zona boscosa cerca del aparcamiento. Al día siguiente, el cuerpo de la niña fue encontrado y más de 500 policías fueron desplegados por toda la zona de Saitama.
Al igual que otros asesinos en serie, Miyazaki comenzó a enviar cartas a las familias de sus víctimas y a hacerles llamadas telefónicas. En ellas, Tsutomu no hablaba, pero volvía a insistir si los padres le colgaban.
El 6 de febrero de 1989, el padre de Mari Konno encontró una caja en la puerta de su casa con algunos huesos calcinados de la niña, diez dientes de leche, pantaloncitos, sandalias y su ropa interior, junto con una nota que decía: “Mari. Huesos. Cremación. Investigar. Probar”. Los medios comentaron el macabro envío, pero dudaban de que los restos fueran de Mari.
Indignado, el 11 de febrero Miyazaki envió una confesión escrita de tres páginas. Junto a la carta adjuntaba una foto de la víctima y, entre otras cosas, escribía lo siguiente: “Puse la caja de cartón con los restos de Mari delante de su casa. Hice todo. Desde el inicio del incidente hasta el final. Vi la conferencia de prensa de la policía, donde dijeron que los restos no eran de Mari. Ante las cámaras, su madre dijo que el informe le dio nuevas esperanzas de que Mari aún pudiese estar viva. Supe entonces que tenía que escribir esta confesión para que la madre de Mari no siguiera esperando en vano. Lo repito: los restos son de Mari”.
El 11 de marzo de 1989 se efectuó el funeral de Mari con los restos devueltos por el asesino. En plena ceremonia, su padre dijo: «Mari no podrá descansar en paz, no han vuelto ni sus manos ni sus pies, por favor, devolvedlos». Cuando los Konno regresaron a su casa, encontraron otra carta del asesino, que decía: “El cuerpo de la niña, muy poco después de su muerte, se puso rígido. Traté de mover sus manos, pero sus músculos no se movían, luego empezaron a aparecer marcas rojas en su piel, más tarde se puso muy blando y olía muy mal”.
En el verano de 1989, Miyazaki volvió a cometer un delito. Esta vez convenció a una niña de bajarse las bragas para poder fotografiarla y cuando estaba a punto de tomar las fotografías, unos vecinos se dieron cuenta y comenzaron a perseguir a Miyazaki, que logró escapar.
Sin embargo, su apetito sexual le obligó a cazar el día 6 de junio de 1989, en un parque de Ariake. Allí encontró a Ayako Nomoto de cinco años, a quien convenció de dejarse tomar fotografías. Luego la convenció de subirse a su coche y condujo unos 800Km donde aparcó el coche. La niña, al ver las manos deformes del asesino, lanzó un comentario burlón que a Miyazaki le pareció muy ofensivo. Lleno de ira, decidió castigarla. Se puso unos guantes de vinilo y exclamó: “¡Esto es lo que sucede con las niñas que dicen cosas así!” Acto seguido, la agarró por el cuello, la estranguló. Luego envolvió el cuerpo en una sábana y la colocó en el maletero del coche. La llevó a su apartamento donde la fotografió en diferentes posiciones y la grabó mientras se masturbaba.
Posteriormente, ató las manos y pies del cadáver con cuerdas de nylon. La vistió con ropa de colegiala, la colocó sobre la cama y tomó más fotografías.
Dos días más tarde, cuando el cuerpo empezaba a pudrirse y cuyo olor se hacía insoportable, Miyazaki decidió deshacerse del cadáver, cortándole la cabeza, las manos y los pies. El torso lo dejó en un baño público del cementerio de Hanno. Se bebió la sangre de la niña y las manos las tostó y se las comió. El resto de su cuerpo lo dejó en una colina del bosque de Mitakeyama, aunque dos semanas más tarde rescató los restos y quemó todo rastro.
El 23 de julio de 1989, Miyazaki conducía por Hachioji cuando vio a dos hermanas jugando. Detuvo el coche y les ofreció tomarles unas fotografías. La hermana mayor corrió asustada y fue a buscar a su padre. Mientras tanto, Miyazaki desnudaba y fotografiaba a la niña más pequeña. Cuando el padre de las niñas llegó al lugar, Miyazaki intentaba insertar un lente de contacto dentro de la vagina de la pequeña. Miyazaki logró escapar, aunque sin el coche. Al regresar para recuperarlo, agentes de policía lo esperaban.
Miyazaki fue detenido bajo el cargo de “obligar a una menor a cometer actos indecentes”. Los días siguientes confesó todos sus crímenes y se pudieron recuperar los cadáveres.
Tras el arresto, la policía registró su casa, donde encontraron 5763 DVD, la mayoría eran de anime violento o de la serie Guinea Pig, que influyó muchísimo en su comportamiento, además de las de sus víctimas.
Debido a su afición por el anime recibió el apodo de El Asesino Otaku. El padre de Miyazaki se suicidó arrojándose al torrente de un río en 1994. Tiempo después, el propio Miyazaki envió una carta a un periódico local donde decía que con el suicidio de su padre se sentía bien. Además, le responsabilizó de sus crímenes por su actitud durante la infancia.
En la década de 1990, Miyazaki permaneció encarcelado mientras su condición psiquiátrica. Concluyeron que sufría un desorden de personalidad múltiple y esquizofrenia paranoide, aunque era consciente de la gravedad y consecuencia de sus crímenes. Por lo tanto, era responsable de ellos.
Miyazaki dijo en su juicio: “Quería hacer mío el cuerpo de la niña muerta. El cuerpo se desintegra y desaparece, pero si lo filmaba en video, lo podría ver siempre que quisiera”. El caso fue portada de los periódicos durante quince días seguidos. También se retiraron de circulación cientos de videos que se consideraron peligrosos para la salud mental de los espectadores.
Durante el juicio, Miyazaki parecía no interesarse en lo que ocurría. Pasaba el tiempo dibujando extrañas figuras que parecían salidas de un cómic de ciencia ficción.
Durante su encarcelamiento, intentó conmutar su condena a muerte a la de cadena perpetua y al ver que no daba resultado, intentó que cambiaran de tipo de ejecución, de horca a inyección letal, pero tampoco fue aceptado. Finalmente, El 17 de junio de 2008, Miyazaki fue ejecutado en la horca.